EL PAPEL DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA LABOR DOCENTE.
Hace ya más de 20 años que cayó en mi mano un libro que me hizo ver el mundo de una manera muy diferente. Inteligencia emocional de Daniel Goleman me hizo entender que triunfar en la vida no era cuestión de ser un superdotado en los deportes o un monstruo en matemáticas si no que la clave era entender tus propias emociones y leer las ajenas. Desde entonces ha sido una guía en mi discurrir vital y me he preocupado por potenciar este aspecto en mi vida y en la de aquellos que me rodean.
Como profesor, me doy cuenta de que esta capacidad, esta inteligencia, es imprescindible tanto en profesores como en los alumnos. De hecho siempre me ha llamado la atención la falta de vocabulario de mis alumnos a la hora de expresar sus emociones. Al preguntar ¿cómo te sientes? ¿qué te pasa? la respuesta suele ser un escueto “me siento mal”. Palabras como desilusionado, frustrado, angustiado, intimidado y otras muchas carecen de significado para ellos. Siempre recordaré lo que una antigua profesora mía no se hartaba de decir “los límites de tu vocabulario son los limites de tu universo” y su universo emocional es muy pequeño….se sienten …mal, eso es todo….
Es nuestra labor enseñarles a expresarse, a describir sus emociones con racionalidad y profundidad, a reconocerlas cuando surgen y a saber afrontarlas desde un punto de vista constructivo y no destructivo. Muchas veces hacemos mejor labor escuchándolos en una tutoriá individual que dando otra aburrida clase llena de contenidos que…quizás… nunca vayan a usar en su vida (seamos sinceros).
Y nosotros, cómo debemos aplicar la inteligencia emocional en nuestra profesión. Quizás la palabra clave aquí es EMPATÍA. ¿Aprenden los chicos conmigo?¿Llego a ellos cuando doy la lección? ¿Este recurso está sirviendo a este grupo de alumnos o a este alumno en particular? ¿Hay algún problema con ese alumno que se porta tan raro últimamente?…La empatía es una habilidad que no todo el mundo desarrolla cuando es la herramienta principal en nuestra profesión. Saber leer en nuestros alumnos sus emociones, sus miedos y sus alegrías nos enseña el camino hacia la buena docencia, hacia aquella que deja en ellos un huella indeleble.
La figura del tutor es, quizás, la más importante en este caso, particularmente para el primer ciclo de la ESO. Por ello me atrevo a decir que NO TODO EL MUNDO VALE PARA SER TUTOR. Los equipos directivos deberían elegir con extremo cuidado a los compañeros que afrontarán esta responsabilidad. Un tutor que carezca de empatía, que no sepa leer las necesidades del grupo, de cada alumno e incluso de los padres puede ser más un problema que una solución en esta edad tan importante.
La segunda palabra clave en este contexto es AFECTO. Hace unos años tuve la suerte de asistir a una representación escolar del musical FAMA preparada por el grupo de teatro del IES Parque Lisboa de Alcorcón. La canción SON COMO HIJOS cierra la obra y me emocionó tanto por la interpretación como por la belleza de la música y la letra. ¡Y es así! …¡son como hijos!, los queremos y deben sentirse queridos, obviamente no como tus propios vástagos pero deben sentirse respaldados, apoyados y seguros por la proximidad de un adulto que SE PREOCUPA DE ELLOS.
Está en el ADN del buen docente sentir una ligación emocional con sus alumnos, una preocupación por su vida escolar y extraescolar. Pero seamos sinceros, el 90% de los centros no está diseñado para ello. El diseño de un centro nos dice mucho de cómo concibe el arquitecto la relación docentes-alumnos y creo que un ejemplo ilustrará esta idea. Muchos centros construidos en los 80 y los 90 poseen un pasillo en el que está prohibida la entrada de los alumnos donde se encuentran las sala de profesores, dirección, secretaría y una entrada al bar. Por otro lado está un ala dedicada a los departamentos y el resto, donde están las clases, queda aparte. Esto deja al alumnado huerfano de profesores en muchos momentos del día, especialmente entre clase y clase periodo en el que surgen la mayoría de los problemas de agresiones, robos etc..
En cambio cuando los departamentos está en el mismo pasillo que las clases hace que los profesores estemos próximos y que los alumnos se sientan seguros ya que hay adultos responsables cerca. Que la puerta de la sala de profesores quede en un pasillo de paso y no apartada acerca al profesor, nos hace accesibles. Así cuando hay jaleo en los pasillos o en una clase siempre habrá un profesor que va a asomarse y dar la oportuna llamada de atención.
La imbricación de clases y departamentos, de alumnos y profesores hace que se cree un vínculo de seguridad y afecto que reduce dramáticamente los casos de moving y las peleas y cuando se producen la intervención es inmediata.
Para concluir hay que decir que nuestro objetivo es conseguir que los alumnos sean felices en el instituto, que deseen ir al centro y que se sientan seguros, queridos y respetados. Después con paciencia y esfuerzo los resultados académicos acabarán llegando. Tenemos que empezar la casa por los cimientos, por la emociones, por las personas desde la empatía y el afecto, desde la vocación docente y la implicación emocional.
Juan Ignacio Cubero.